¿Lo escuchan? Es el silencio. - A Rebufo

Seguramente muchos de los que estáis leyendo esto no hayáis tenido mucha interacción con la Fórmula E, por no decir ninguna. Cómo mucho algunos de los ingeniosos montajes audiovisuales, lo cual no es de extrañar porque son realmente buenos. Lo curioso es que, siendo una categoría "top", y siendo este el sexto campeonato, tenga tan poca repercusión en un país tan relacionado con el mundo del motor como es España. Con todas las cosas que hace bien esta categoría, es impensable el poco éxito que ha tenido hasta ahora.
El claro y principal problema que existe es que en la parrilla no hay ningún piloto hispanohablante, y menos un equipo, ni siquiera un circuito en el calendario. En todas las categorías siempre hay un Alonso o algún Márquez que hacen que el público español descubra la categoría y comience a valorarla, pudiendo apoyar a la categoría en circuitos como el de Catalunya o el de Jerez. La Fórmula E, por tanto, debido a esta falta de publicidad, tiene casi cavada su propia tumba en nuestro país.
También existen más problemas, aunque estos son más referentes a las personas consideradas "fans" del automovilismo. Su principal excusa para no seguir este deporte es el (casi nulo) sonido de los monoplazas, por alguna razón. Y en parte les entiendo. No hay nada más distintivo ni desbordante de energía que el rugido agresivo de un buen motor y sus silencios discretos al cambiar de marcha. Y el error que hemos cometido es pensar que todos los coches suenan y sonarán así. Porque amigos, la magia del mundo del motor no está en el sonido, ni en cómo de bonito es el bólido. Está en los chutes de adrenalina, la tensión de los adelantamientos, el absoluto control de la situación mediante la estrategia. Y de todo esto, en la Fórmula E, estamos más que servidos.

Es verdad que no es la categoría más rápida. El mundo de los motores eléctricos es todavía una mina sin dinamitar y, muy probablemente, los motores usados a día de hoy no sean ni la mitad de potentes y competitivos que serán en un futuro. Pero no por ello se pierde emoción, para nada. Porque este deporte incluye una de las dinámicas más interesantes del mundo del automovilismo: el Modo Ataque. El Modo Ataque consta de un incremento de 25 kW en la potencia del motor, limitado a 200 kW durante la carrera, y este solo se puede usar dos veces durante la misma. Dicho así, parece un DRS mal diseñado. Pero aún faltan los detalles. La duración del Modo Ataque es decidida por los comisarios una hora antes de la carrera (aunque siempre suele estar entre 2 minutos y medio y 5), lo que hace que las estrategias de carrera se tengan que decidir en tiempos récord. Y mi parte favorita: para activar el Modo Ataque, tienes que pasar por una parte concreta del circuito. Esta zona de activación está bien lejos de la trazada óptima (por ejemplo, en el exterior de una curva cerrada). Esto quiere decir que, para conseguir más potencia en tu monoplaza, vas a tener que perder tiempo con tus rivales, que deberías ser capaz de recuperar en incluso ampliar en los siguientes minutos. La activación del Modo Ataque, en resumen, beneficia a aquellos pilotos (y equipos) que sepan analizar la situación y encontrar el momento idóneo para usarlo, y penaliza a aquellos que no sean agresivos.
Además de esto, la Fórmula E es claramente la categoría más
interactiva con su público. La realidad virtual es un aspecto casi omnipresente
en todas las retransmisiones: marcas de activación del Modo Ataque, tiempo restante
del mismo, parrillas interactivas... Todos los pilotos tienen contacto directo
con los comisarios por radio, y existe el llamado FanBoost, un sistema en el
que el público elige a su piloto favorito, y si este está entre los seis más
votados, podrá hacer uso de la potencia máxima del coche durante unos segundos
y a partir de la segunda parte de la carrera, útil para adelantar a rivales
complicados. Y por último, la cámara Driver's Eye, una cámara situada en el
lateral del casco de algunos pilotos (a día de hoy, únicamente Stoffel
Vandoorne y Felipe Massa), que retransmite a tiempo real y a la perfección todo
lo que hace y ve un piloto durante sus escaramuzas con otros. Posiblemente, una
de las mejores, si no la mejor, cámara existente.
No hace falta tener un máster para saber que dos más dos es
cuatro, y que la suma de todos estos factores da lugar a 45 minutos (más una
vuelta) de acción y estrategia desenfrenada. Y, si no sabes que dos más dos son
cuatro, quizás no te gustan tanto las matemáticas como creías.